No voy a negar que soy un usuario digamos pasivo de esas herramientas, y digo pasivo pues yo no tomo la iniciativa para hacer que mis conocidos me contacten a través de estos sitios, si los acepto y me he inscrito en algunos de ellos, pero hoy en día es casi imposible librarse de su influencia y al igual que el celular, algunas de estas aplicaciones se hacen imprescindibles en lo personal y para los negocios, tales como el email y el messenger.
Creo que negar la presencia e importancia de estas herramientas no tiene cabida, hay que aceptar que los tiempos han cambiado y ahora no basta evitar que lean nuestra correspondencia o dejar que ésta se acumule cuando estamos de viaje, sino que ahora hay que tener cuidado en donde pone uno su información, en lo personal, evito colocar fotos de mi familia y amigos, también evito mencionar domicilios, escuelas o cualquier cosa que sirva para hacer referencia a cualquier conocido mío.
Y no es mera paranoia, la semana pasada salió en las páginas de la revista electrónica rebelion.org un estudio que habla sobre los inversionistas (empresarios que venden hasta su madre) que soportan Facebook y sobre la ideología (de ultraderecha) que prima en las personas que idearon este medio.
Repito, no estoy recomendando que no usen estos sitios, solamente creo que hay que tener cuidado con nuestra información y sobre todo a quien se la confiamos, es importante saber que estas empresas lucran con nuestra información que nosotros mismos ponemos ahí para que ellos la tomen y luego nos quieran vender cosas, es más, como ellos cobran a otras empresas por recomendar sus productos, en realidad están vendiendo nuestra información o el acceso a ella, claro que supuestamente ellos nos dan un beneficio, pero ellos ganan más y llegan a tales grados de soberbia como ls que se vieron hace un par de semanas cuando salió a la luz de que Facebook se declaró dueña de la información de los usuarios, las reacciones no se hicieron esperar y tuvieron que echarse para atrás, pero esto pintó claramente sus intenciones.
Así pues, nosotros, como usuarios finales y consumidores podemos hacer que nos traten mejor, creo que habría que recordarles a los señores de los bancos, las telefónicas, los que venden pan, refrescos y seguros que viven de nosotros, por eso creo que no hay que usar chamarras, gorras, camisetas con los logos de sus empresas, a menos que nos paguen, claro.
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